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Hoy te voy a contar una historia que empieza con café, sigue con compras y termina con un masaje que, según Marta, debería ser obligatorio por ley.
Marta es vecina de Majadahonda, es de esas mujeres que no paran: lleva a los niños al cole, organiza su agenda como si fuera una CEO de Wall Street, y aún le queda tiempo para arreglarse como si la fueran a entrevistar en Vogue.
Pero, como a todas, a veces la vida la pilla con cara de lunes… en viernes.
El otro día nos contaba, después de una intensa mañana desayunando con sus amigas (intensa porque hubo cotilleos que te dejan con agujetas de tanto reír), fue a darse un paseo por la Gran Vía. Entre probadores y bolsas de compras, Marta ya estaba algo cansada, pero no estaba dispuesta a llegar a casa con cara de “me ha pasado un camión por encima”.
Entonces se acordó de algo que había leído en Instagram: Alive Beauty y su nuevo tratamiento facial. “30 minutos, 24,90€, y sales como nueva”.
Marta pensó: “¿Qué tengo que perder? Además, si no me gusta, al menos no me dolerá como los tacones de hoy.”
Y ahí estaba, tumbada en nuestra cabina, mientras le aplicaban un gel limpiador tan suave que casi le dio ganas de llorar (de felicidad, no como cuando ves la factura de la luz).
Luego vino el tónico, que le dejó la piel fresca como si hubiera dormido ocho horas (spoiler: no lo había hecho).
Pero lo mejor fue la mascarilla con vitaminas. Marta jura que su piel se bebió ese cóctel como si fuera un mojito en verano.
El broche de oro fue el masaje en el rostro. Aceites con fragancias deliciosas, manos mágicas, y Marta a punto de preguntar si podía pagar un extra para quedarse allí a vivir.
Cuando terminó, se miró al espejo y pensó: “¿Esta soy yo? ¿Por qué no he hecho esto antes?”
Salió de Alive Beauty flotando. Llegó a casa, dejó las bolsas en el suelo, y su marido, al verla, soltó:
“¿Qué te has hecho? ¡Pareces de portada de revista!”
Marta sonrió y respondió:
“Nada, solo descubrí el cielo en 30 minutos.”
Ahora es tu turno. ¿Vas a seguir con cara de “he sobrevivido a la semana” o te vas a dar un regalo como Dios manda?
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Te esperamos.